martes, 8 de marzo de 2016

DIMENSIONES FUNDAMENTALES DE LA EXISTENCIA DEL SER HUMANO


Relación consigo mismo:

En primer lugar encontramos que lo específico del hombre es tener conciencia de sí. El hombre es autoconciencia, sabe que sabe; y es el único ser de la creación que tiene conciencia de que tiene conciencia. En otras palabras: tiene una conciencia refleja, es decir, una conciencia que vuelve sobre sí misma para pensarse y analizarse (reflexión).

Relación de hombre-hombre:

Una antropología que concede la primacía a la comunión inmediata con el “otro” en el mundo (Ser con otros), rechaza la autosuficiencia del yo y se siente totalmente polarizada por la responsabilidad frente al otro y por la necesidad de realizarse en comunión con él. Aquí el conocimiento y el dominio del mundo están sometidos al reconocimiento del Hombre por parte del Hombre. El “encuentro con el otro” constituye un dinamismo concreto que abre al Hombre a la trascendencia y a la esperanza religiosa.

Tenemos por ejemplos: la visión existencial de Buber, que rechaza que en el Hombre haya una única relación: con las cosas, y se afirma en la presencia de otra relación: con “el otro” (con el tú); estas dos relaciones las llama respectivamente experiencia y “encuentro”, o bien, saber y diálogo; la relación con el otro es más evidente e inmediata que la relación con el mundo. La aportación de Levinás critica la egología (primacía del “yo” individual) la cual reduce la realidad a un único sistema: la racionalidad, y en el ámbito ético conlleva a la afirmación de sí mismo incluso a costa de los demás.

Levinas llama a la dimensión interpersonal "manifestación del rostro": Cada Hombre conoce las cosas objetivamente y las va descifrando, sin embargo al encontrarse con el otro, éste se presenta como "otro", es decir, alguien que no es constituido por mi razón sino que también tiene razón, como otro.


Relación Hombre-mundo:

Ser en el mundo: Con esta fórmula se expresa una experiencia originaria, constitutiva de la existencia humana, que indica la pertenencia a una totalidad. El mundo no es meramente la morada insustituible del hombre, ni un ente, ni la suma de los entes; sino también es el lugar de su origen, es una dimensión existencial que ayuda a proyectar sus propias posibilidades y la base permanente de toda su actividad. La experiencia que el hombre tiene de sí mismo está íntimamente unida a su experiencia en el mundo. Al decirse que el ser humano existe, se quiere plantear que el ser del hombre es un ser-consciente-en-el mundo. La cuestión sobre el ser humano es significativa, y la vida humana tiene sentido. Al plantearse la pregunta sobre sí mismo hay necesidad de ver la relación con el mundo.

El hombre se realiza obrando en el mundo y sobre el mundo. En el descubrimiento del mundo por el hombre, él se descubre a sí mismo y busca el significado último a su existencia. En la medida en que objetiva en el mundo su propia interioridad, penetra en el misterio de su ser corpóreo – espiritual. Es en el mundo y a través del mundo donde se dan las relaciones interpersonales con los demás. El hombre experimenta en todo momento su dependencia del mundo, por su condición corpórea, concebida como intencional, existente y de significado para el mundo. Sin embargo en la relación hombre – mundo, el hombre aún formando parte de él (por su cuerpo), vive como distinto y contrapuesto a él en su conciencia y libertad.

Relación del hombre-Dios:

Aquí hay que partir del presupuesto de la existencia de Dios. Éste ha creado al Hombre para una relación interpersonal con él. El sentido del Hombre no es una cosa al lado de la relación con Dios sino que es la misma relación interpersonal con Él. La inquietud espiritual es en el fondo un deseo de ser alguien en la presencia de Dios, de vivir en una relación dialogal permanente con Él. Pero esta perspectiva se refiere también a la existencia histórica, es decir, a la comunión humana.

Descubrir a Dios como creador en el origen de la vida significa al mismo tiempo descubrirlo como aquél que está en la base de las relaciones esenciales de las personas, de manera especial de la comunión de las personas en la intersubjetividad y de la dimensión de realización hacia una libertad plena.

Pero desde la objeción atea, se percibe a Dios como una invención del ser humano para explicar aquello que no entiende, como una salida a lo que lo angustia frente a la muerte. 

Relación frente a la muerte:

La vida tiene sentido en la muerte, saber que se va a morir, brinda un sentido auténtico de la corta existencia del ser humano en el mundo. Paradójicamente la vida es valiosa en la misma circunstancia que es eliminada. La muerte nos interpela y nos angustia. La muerte de un ser querido ahonda nuestra existencia hacia el vacío, haciendo ver todo como un simple adorno, que se desvanece ante esta realidad.

1. Realiza un mapa conceptual sobre la relación hombre-consigo mismo, con los otros, con el mundo, con Dios y con la muerte.
2. Reflexiona sobre las siguientes frases que están en el texto. No te bases en escribir el significado superficial, sino que busca argumentar lo que implica esa frase en nuestras vidas:
  • El hombre es autoconciencia.
  • Una antropología que concede la primacía a la comunión inmediata con el “otro” en el mundo (Ser con otros).
  • Encuentro con el otro.
  • Rechaza que en el Hombre haya una única relación: con las cosas, y se afirma en la presencia de otra relación: con “el otro”.
  • Egología.  
  • Manifestación del rostro.
  • Ser en el mundo.  
  • Un ser-consciente-en-el mundo.
  • El hombre experimenta en todo momento su dependencia del mundo.
  • La inquietud espiritual es en el fondo un deseo de ser alguien en la presencia de Dios.
  • Dios está en la intersubjetividad y de la dimensión de realización hacia una libertad plena.
  • Paradójicamente la vida es valiosa en la misma circunstancia que es eliminada.


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